Mandíbula desencajada, solución y tratamiento

En términos de salud bucal y maxilofacial, la mandíbula desencajada es uno de los problemas que genera mayor malestar e inquietud entre los pacientes. Una condición que no sólo puede resultar molesta, sino que además puede afectar negativamente a la capacidad para hablar y masticar correctamente, así como a la calidad de vida debido a la presencia constante del dolor.

Pero más allá del ámbito físico y funcional, también puede conllevar cambios estéticos notables, alterando la armonía del rostro y pudiendo llegar a afectar a la autoestima y a la interacción social del individuo.

Por este motivo, la búsqueda de un tratamiento eficaz es imprescindible tanto para aliviar el dolor como para restaurar la funcionalidad y minimizar cualquier efecto estético.

Hay que tener en cuenta que la intervención temprana y un cambio de hábitos pueden ser determinantes para evitar que los síntomas empeoren y facilitar la recuperación. En este sentido, para poder prevenir las causas y prescribir el tratamiento más adecuado para cada paciente, es necesario identificar de dónde viene el problema.

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Síntomas de la mandíbula desencajada

La mandíbula desencajada y su tratamiento es un problema complejo que puede variar mucho de una persona a otra, manifestándose a través de un amplio espectro de síntomas, siendo los más comunes los siguientes:

• Dificultad para abrir o cerrar la boca: es el síntoma más inmediato y evidente, ya que limita la capacidad para realizar movimientos básicos de la boca, generando una gran incomodidad mientras se realizan actividades cotidianas como hablar o comer.
• Dolor agudo en la zona del maxilar: la presencia de un dolor intenso, que puede irradiar hacia otras áreas del rostro o incluso el cuello, es otro de los síntomas más habituales de la mandíbula desencajada.
• Desajuste dental: muchas veces, los pacientes notan un cambio en la manera en la que encajan sus dientes superiores e inferiores, lo que puede alterar la mordida y la distribución de la presión en la mandíbula.
• Ruidos al mover la mandíbula: sonidos como chasquidos o crujidos al abrir o cerrar la boca son comunes y pueden indicar la presencia de problemas en la articulación temporomandibular (ATM).
• Dolor al masticar, hablar o bostezar: estas acciones pueden exacerbar el dolor y la incomodidad, limitando la capacidad para realizar funciones básicas y afectando a la alimentación y al habla.
• Inflamación y sensibilidad facial: en casos más severos, puede haber una inflamación visible alrededor de la mandíbula y la cara, acompañada de una mayor sensibilidad al tacto, lo que indica una inflamación subyacente o daño en la articulación.

Mandíbula desencajada: causas

En el caso de la mandíbula desencajada, las causas pueden ser muy diversas, pudiendo estar relacionadas tanto con hábitos cotidianos como con problemas de salud más profundos. Siendo los siguientes algunos de los factores más habituales:

• Bruxismo (rechinamiento de dientes): provoca una presión constante y excesiva sobre la mandíbula, pudiendo llevar al desgaste del cartílago de la articulación temporomandibular (ATM) y desplazar la mandíbula de su posición natural.
• Traumatismos faciales: relacionados con lesiones deportivas o accidentes que afectan la zona maxilofacial o que generan un daño directo a la articulación o los huesos de la mandíbula.
• Trastornos de la articulación temporomandibular (ATM): se produce debido a desórdenes internos de la ATM como el desplazamiento del disco articular. Pero la artritis en la articulación también puede deteriorar su función.
• Malas posturas: dormir de manera que se ejerza presión sobre un lado de la cara o la mandíbula también puede causar el problema. Al igual que mantener una postura inadecuada al trabajar frente al ordenador durante periodos prolongados, lo que tensiona los músculos del cuello y la mandíbula.

Mandíbula desencajada: solución y tratamiento

Afortunadamente, para solucionar los problemas de la mandíbula desencajada, el tratamiento suele ser muy efectivo, consiguiendo aliviar el dolor, corregir la desalineación y restaurar la funcionalidad normal de la mandíbula.

Por lo general, suele incluir medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, así como el uso de férulas o protectores bucales nocturnos para prevenir el rechinamiento de dientes y aliviar la presión sobre la ATM.

En casos más complejos, se puede recurrir a la terapia física especializada, que consiste en la realización de ejercicios y técnicas para fortalecer y relajar los músculos de la mandíbula, mejorar la movilidad y corregir hábitos posturales perjudiciales.

Para situaciones en las que este tipo de tratamientos no terminan de solucionar el problema, el especialista puede valorar la intervención quirúrgica, que engloba desde los procedimientos mínimamente invasivos, como las inyecciones de toxina botulínica para relajar los músculos de la mandíbula, hasta cirugías más complejas para reparar o reconfigurar la articulación temporomandibular.